Molinos de viento

LOCALIZACIÓN

Regional

DESCRIPCIÓN

Los molinos de viento en Las Canarias se introdujeron en los primeros años de la conquista y colonización, implicando un cambio de mejora en el proceso agrícola y también en la alimentación. La mayoría de los molinos estaban ligados a las labores del cereal y su molienda, por lo que hoy en día al haber desaparecido casi por entero el cultivo de los cereales, hayan caído en desuso y a veces en el abandono. Los molinos comunales o vecinales permitían moler mayores cantidades y atender la demanda de una población creciente. El molino salinero, que se desarrolla a comienzos del siglo XX, a la par que el auge de las salinas para satisfacer la demanda de la industria conservera de pescado con la explotación del banco pesquero canario-sahariano; su misión es bombear el agua marina para elevarla a las salinas. Los molinos según su fuerza motriz podían ser de sangre, viento o agua. Arquitectónicamente los molinos harineros de viento son de tipo torre cilíndrica, con aspas orientadas al viento dominante, introducidos desde la península como los manchegos. En el siglo XIX se introduce el tipo de molino de pivote, o sistema Ortega denominado así por su inventor, era el habitual en países nórdicos y en Holanda, pero desconocido en España, supone una gran mejora de la molienda. En las islas orientales a comienzos del siglo XX se adapta este tipo de molino de pivote a las características insulares; surgiendo así el molino de viento llamado «La Molina» que se implanta en Fuerteventura y Lanzarote; consiste en una construcción baja que facilita las labores del molinero, y en la que sobresale el artilugio de las aspas.

ROL DE LAS PERSONAS

El consenso social valora estas construcciones de arquitectura tradicional, ya que están integradas en su paisaje desde hace muchos años. En ocasiones se les protege jurídicamente con alguna de las figuras de la Ley de Patrimonio de las Canarias y e otras se realiza la restauración de algunos molinos, mediante una línea de ayudas a los particulares. Su conservación es importante no sólo desde el punto de vista patrimonial, sino también medioambiental, porque forman parte del paisaje agrario de las islas, como hitos imprescindibles en la preparación e un alimento básico, como los cereales.