LOCALIZACIÓN

Sierra Norte

DESCRIPCIÓN

Las flores de saúco han sido utilizadas como uno de los remedios más comunes contra catarros, aunque para esta afección podían usarse otras hierbas como el poleo. Se hace una decocción de las flores, y tomar los vahos o beber el agua. También era común preparar cataplasmas con la flor cocida, a veces mezclada con malva. Las cataplasmas se hacían mezclando las flores cocidas con salvado caliente, o bien colocando las flores entre dos pañoso mojando los paños en la decocción. También las flores se utilizaban en los dolores de muelas en sahumerios, es decir, quemando las flores sobre las ascuas en un caldero o sobre un paño seco que se colocaba en la zona afectada. También poder respirarse los vahos de la cocción de las flores con un paño en la cabeza, que aliviaba la tos. En Alameda del Valle preparaban un jarabe para catarros con flor de malva, serranilla (Polygala vulgaris) y saúco. El saúco se encuentra a veces en las márgenes de los huertos, toleradas por el agricultor por su valor medicinal.

ROL DE LAS PERSONAS

Las prácticas terapéuticas han estado basadas en gran medida en el uso de plantas, hierbas y otros recursos naturales, con técnicas. El uso de plantas medicinales incluiría hojas, flores, frutos, semillas, tallos, madera, corteza, raíces, rizomas u otras partes de plantas, que pueden ser todo, fragmentadas o en polvo. Además, puede usarse junto a otros productos como, zumos naturales, gomas, aceites fijos, aceites esenciales, resinas y polvos secos de hierbas. Toda esta materia prima puede ser procesada por diversos procedimientos, tales como cocer al vapor, asar, hornear o revolver-con miel, bebidas alcohólicas u otros materiales. El saúco, Sambucus nigra, es una planta con un uso medicinal muy importante junto a la malva, el orégano, el poleo y la manzanilla, constituían un verdadero botiquín en uso en la actualidad. Estas flores se recogían en algunos municipios para venderlas a un «yerbero» o se vendían directamente a los farmacéuticos. Las mujeres la recolectaban después de que estuviesen empapadas con el rocío la mañana de San Juan tras haberse lavado la cara en la fuente o reguera cercana.