Cuevas artificiales aprovechadas como bodegas

By 10 noviembre, 2015 junio 1st, 2021 ESPACIOS CULTURALES, ESPACIOS CULTURALES – CANTABRIA

LOCALIZACIÓN

Valle de Liébana

LOCALIZACIÓN

La singular geomorfología del valle de Liébana, una gran cuenca rodeada por un anfiteatro de elevadas montañas favorece la generación de un clima local con rasgos claramente mediterráneos en las zonas de menor altitud. Estas condiciones climáticas determinan la sucesión altitudinal de los pisos de vegetación, localizando un horizonte basal dominado por la encina hasta un piso cimero de roquedo y nieves casi todo el año, pasando por toda una serie de pisos de transición mediterráneo-atlántica. Ello explica la extensión antrópica de cultivos y plantaciones ciertamente singulares en la cornisa cantábrica. En concreto, el alcornoque, el olivo, los frutales y, sobre todo, la vid. El límite de este cultivo, aunque depende en sumo grado de la insolación y, por consiguiente, de la orientación de las laderas, se debe situar en torno a los 700 metros de altitud. Un cultivo que hunde sus orígenes, quizás en la remota antigüedad y más concretamente en tiempos altomedievales con el papel ejercido por las comunidades monásticas, como consecuencia de un proceso de aculturación de procedencia meridional, cristiana y cerealística. Una de las manifestaciones más singulares de la cultura tradicional vitivinícola en Liébana fue la excavación de cuevas artificiales con el objeto de construir bodegas, lo que las asocia a las bodegas subterráneas propias de las comarcas de climas mediterráneo. No obstante, las bodegas más comunes en el valle no son subterráneas. A las que nos referimos, se trata de bodegas construidas en los sótanos o primeras plantas, junto a la cuadra, soportal o corral, bien mediante obra consustancial a la edificación; o bien, las tan generales bodegas «a mataterrero». Son estas un tipo de construcción elaborado mediante excavación parcial en el suelo pendiente en que se cimienta la casa, el «terrero». Se pica la arcilla o el roquedo del suelo hasta conseguir un espacio lo suficientemente amplio para colocar los elementos propios para la fermentación y conservación de los caldos. Los tamaños varían en función del espacio necesario para los mismos, las características, en cuanto a dureza o fragilidad, de la roca, y el tipo de casa en cuya parte baja se abre. Las bodegas «a mataterrero» tienen, por tanto, el suelo y al menos una de sus paredes excavadas en la ladera. Ejemplo de bodegas de esta tipología se conservan en las localidades de Buyezo, Trillayo, Argüébanes o Naroba. Otro tipo de bodega subterránea, que implica una mayor complejidad constructiva, son las cavidades excavadas íntegramente en el subsuelo. En este caso, podemos mencionar los ejemplos de bodega-cueva conservados en las localidades de Los Mojones, La Vega, San Andrés, Frama, Cabariezo y la cueva de Bollano en el pueblo de Cambarco. En las cavidades se aprecian respiraderos para favorecer la ventilación. Se pueden definir tres tipos de bodegas subterráneas en Liébana. Bodegas señoriales asociadas a los sótanos de grandes casonas de los siglos XVII y XVIII, caso de las de Baró, San Pelayo y Cabezón, que suelen ser de planta rectangular y tener cubiertas abovedadas; bodegas y lagares exentos asociados a grandes explotaciones empresariales de los siglos XIX y XX, caso de las de Beares y Naroba; y bodegas populares, la mayoría, con tipologías más dependientes de la calidad y disposición de los terrenos en que se excavan. La construcción de estas bodegas emplea aparejo rústico en las paredes y muros de obra. Es una muestra de la arquitectura popular del norte de la Península Ibérica, con evidentes influencias procedentes de zonas vitivinícolas de León y Palencia. Se reconoce el empleo de arcos rústicos, tan comunes en puertas o vanos de acceso a estas construcciones. Se trata de arcos de dovelaje a base de losas o piedras planas colocadas radialmente de forma que se traban todas las piezas en cuña. En muchas ocasiones su ejecución determina su irregularidad y el que se resuelvan como arcos más bien rebajados.

ROL DE LAS PERSONAS

Existe un elevado número de bodegas-cuevas qua yacen abandonas o en desuso. Muchas otras se encuentran en pleno funcionamiento, reactivadas en las últimas décadas por el empuje y expansión empresarial vitivinícola que está conociendo Liébana. Aprovechando las típicas bodegas subterráneas, “las de toda la vida”. Un renacer del cultivo de la vid, que ha favorecido la adopción de marcas de calidad como Indicación Geográfica Protegida (I.G.P.) al “Vino de la Tierra de Liébana”.