Elaboración de vinos de Liébana y orujos

LOCALIZACIÓN

Valle de Liébana

DESCRIPCIÓN

La elaboración vinatera y orujera se concentra en Camaleño, Lebeña y Cabezón de Liébana cuyo centro es precisamente la villa de Potes. Tras la filoxera y la especialización agraria de los años 60 y 70 el abandono de su cultivo provocó que no ocupara más que 49,84 has en 1998, constituyendo un cultivo residual que se refugiaba en las cuestas sobre todo de Cillorigo y Valle de Bedoya. En la actualidad su cultivo se ha potenciado con la introducción de cepas y varietales nuevas, especialmente la Mencía, el tempranillo, el palomino y la Cabernet Sauvignon, y se han plantado nuevas parcelas. Llama poderosamente la atención lo alejado de estas prácticas tradicionales con los modernos sistemas vitivinícolas. Habremos de hacer salvedad de algunas bodegas como es el caso de la Compañía Lebaniega de Vinos y Licores S.L. de Cabariezo que comercializa sus propios vinos. A parte de los vinos existen otros dos productos que se comercializan con cierto éxito, el orujo y el tostadillo. El procedimiento obligado para la obtención del orujo es la destilación mediante la alquitara de cobre tradicional. Con los restos de la vinificación y ocasionalmente un poco de vino se inicia la destilación mediante el sellado de la caldera y la aplicación del fuego, para lo que será necesario enfriar la copa de la alquitara aplicando agua fría. Para que el espirituoso resultante sea de calidad es necesario manejar el fuego y el enfriado para que destile muy lentamente. El producto tradicional es el llamado “orujo blanco”, pero hoy se producen también derivados con maceración de frutas, añadido de miel, café o crema de leche. Para el tostadillo, un vino dulce obtenido de uvas blancas semipasificadas por secado al aire, que no al sol, se utiliza un tipo de cuba de madera que contiene en su interior vino viejo que le da su aroma y cuerpo peculiar al tostadillo.

ROL DE LAS PERSONAS

Los vinos del valle de Liébana han sido reconocidos como I.G.P. Vino de la Tierra de Liébana por el gobierno regional, así como los orujos tienen en su mayor parte la certificación de Calidad Controlada. El mérito lo tienen los campesinos lebaniegos en primer lugar que han puesto a punto una cultura tradicional en torno al cultivo de las viñas. El trabajo tradicional en los campos, primordialmente masculino en el viñedo salvo la recolección donde participan las mujeres, consistía en podar los “pies” de viña todos los inviernos, abonar con “polvorina” de oveja o cabra, abriendo un hoyo para depositarla y cubriendo luego al “acepar”, “sallar” o limpiar de malas hierbas en la primavera, “espuntar” en verano y, finalmente vendimiar cuando este concluye. Testimonio etnográfico de aquellos tiempos pasados son las bodegas subterráneas o semisubterráneas que aún persisten. Hoy en día son los industriales del vino y el orujo los que están impulsando la construcción de bodegas modernas destinadas a su fabricación.